Espiritualidad

La espiritualidad de la Hermandad tiene como fundamento inconmovible el amor a la Iglesia nacida del Corazón de Cristo en la Cruz, así como el amor obediente a la Jerarquía; al Santo Padre como vicario de Cristo y sucesor de Pedro, y a los obispos como sucesores de los Apóstoles.

La Hermandad toma su espiritualidad del tesoro de la Iglesia. Bebiendo en las fuentes de la espiritualidad sacerdotal, tiene por centro la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos, la oración de la Liturgia de las Horas, así como la práctica de la devoción a la Virgen María y el culto a los santos.

Junto a esta espiritualidad en cierto modo común y fundamental a todo sacerdote posee una propia y específica: la Hermandad entera y cada uno de sus miembros están llamados a vivir y difundir la intimidad con el Señor y la confianza en la misericordia divina que se nos ha manifestado (sobre todo desde las revelaciones a santa Margarita) en el Corazón abierto del Salvador.

La Hermandad tiene por centro este amor entrañable a Cristo, contemplado a través su Corazón, y reconocido como Rey y Señor de todo el Universo. Junto a Él, ocupa un lugar central la devoción filial hacia Nuestra Señora del Sagrado Corazón y la confianza audaz y fuerte en san José. Maestra en nuestro camino de entrega y servicio al Señor es santa Teresita del Niño Jesús, que nos enseña el filial abandono en el amor del Padre concretado en su caminito de la infancia espiritual.

Esta dimensión íntima de la devoción al Corazón de Jesús integra como algo inseparable, la dimensión social de esa misma devoción: el ideal de consagración y de entrega para orar y laborar por el reino de Cristo, con el anhelo de instaurar todas las cosas en Él.