La Formación

La formación tiene como fin promover verdaderos hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, sacerdotes según el Corazón del Señor que, contemplando Su Corazón abierto, ternura sensible de su amor eterno, se dejen amar por Él, ardan en celo de la gloria de Dios y de la salvación de las almas

Por tanto, la formación debe configurar su vida de tal manera que, por mano de María, como apóstoles del Sagrado Corazón, en cualquier parte del mundo, vivamos como hermanos al servicio de la extensión del Reino de Cristo, en el espíritu de la infancia espiritual.

Para alcanzar este fin, la formación de los hijos de Nuestra Señora integra las cuatro dimensiones de la vida sacerdotal –humana, espiritual, intelectual y pastoral – centradas en el Corazón de Cristo: «conociendo lo que Él conoce, queriendo lo que Él quiere, amando y sintiendo lo que Él ama y siente, y, si es su favor y designio, padeciendo lo que Él padece». Así «cada una de las dimensiones formativas se ordena a la transformación del corazón, a imagen del corazón de Cristo» .

La formación humana es la base de toda la formación del futuro sacerdote. Se cultiva el crecimiento en las virtudes y el desarrollo de las cualidades humanas que exige el ministerio de un sacerdote hoy. Al servicio del crecimiento humano de los seminaristas está el sano trato entre ellos y sus formadores, la educación en la entrega y la responsabilidad, la maduración en una afectividad que les capacite para amar con fortaleza, mansedumbre y humildad propia de un apóstol y discípulo de Cristo.  

La vida espiritual es el centro desde el que se unifica toda la formación de los seminaristas. Se trata por tanto de fomentar que los jóvenes crezcan en la unión con el Señor en todas las cosas. Para ello la vida del Seminario gira entorno a la Eucaristía celebrada y adorada con devoción y piedad y la Lectio Divina. Son también elementos fundamentales al servicio del crecimiento espiritual de los jóvenes que aquí se forman; la celebración comunitaria del Oficio Divino, la participación frecuente en el sacramento de la penitencia, la ayuda inestimable de la dirección espiritual y el cariño filial a la Virgen y a los santos.

Velamos por que los futuros sacerdotes estudien con hondura y así mejor resplandezca la Verdad y en definitiva el Corazón de Cristo sea más amado y obedecido por todos. El estudio tiene como particular fin el prepararse para dar razón de nuestra esperanza al mundo al que somos enviados como discípulos misioneros. Se propone a los seminaristas como maestro y guía a santo Tomás de Aquino, quienes además ponen su trabajo intelectual bajo el manto de la Virgen, Sede de la Sabiduría y bajo la intercesión de san Pío X.

Desde los primeros años los seminaristas realizan diversos trabajos pastorales como preparación a sus futuros ministerios. Durante el curso prestan servicios en parroquias, hospitales o en otros lugares, y durante el verano realizan diversos apostolados con niños, adolescentes, jóvenes o familias

La formación académica de los seminaristas se recibe en el Instituto Superior de Estudios Teológicos “San Ildefonso” de Toledo.